martes, 17 de julio de 2007

10. El Señor de los Milagros

“Señor de los Milagros a ti venimos en procesión, tus fieles devotos, a implorar tu bendición...”


Cientos de miles de voces, todos los años en el mes de octubre, unen sus corazones para dirigirse al milagroso Cristo de Pachacamilla, el Señor de los Temblores, el Señor de los Milagros que desde hace más de trescientos años sale a recorrer las calles de Lima para derramar sus gracias y bendiciones al pueblo limeño. Hábitos morados en señal de penitencia y unión con el Cristo de la Cruz, gargantas llenas de fe, gargantas que piden milagros, corazones endurecidos que piden la reconciliación con el Padre, manos y voces unidas para alabar y bendecir al Hijo, a Cristo que, crucificado, renueva en los hombres el sentido del dolor y del sufrimiento.

Cuenta la historia que a mitad del siglo diecisiete un mulato cuyo nombre ha quedado oculto, pintó en un muro de adobe la imagen que ahora se guarda en el templo de las Nazarenas. El año 1670, al pasar junto a una acequia y basural, Antonio de León vio la pintura de Jesús crucificado sobre este muro, que era lo único que quedaba de una antigua defensa militar. En 1655 un terremoto asoló Lima, pero el muro quedó en pie y olvidado por todos. Quince años después, a pesar de lo húmedo y olvidado que estuvo el mural, seguía en pie con la pintura como si nada hubiese pasado. Sorprendido por este hecho, Antonio de León arregló el lugar, construyó un altar y tuvo que detener su obra por un extraño mal que lo aquejó. Curado milagrosamente del mismo, con mayor fervor fue donde la imagen milagrosa, para honrarla con arpa, cajón y músicos.

Hombres, mujeres, ancianos y niños caminan apretujados unos con otros sin importarles el calor o el cansancio. Penitentes, pies descalzos, lágrimas de fieles, plegarias al cielo e interminables aplausos dan marco a una procesión esencialmente popular. Detentes, hábitos, calendarios, rosarios, anillos, velas, cordones blancos, gorras, estampitas, son adquiridas por sus devotos.

Devotos cargados de emoción acompañan al Señor de los Milagros durante horas. El acompasado movimiento impreso por los cargadores del anda, da a la imagen un ritmo de humano movimiento, mientras que sus cantoras repiten el Himno al Señor de los Milagros.

La Procesión del Señor de los Milagros es una de las más importantes alrededor del mundo, una demostración de cómo actúa el amor de Dios en cada uno de nosotros, fieles devotos del Señor de los Milagros.